Mar 042010
  

¡Qué fácil es ser dominado por la indiferencia y desconectar del mundo con un solo botón!

El otro día, entrando a la estación de tren de Príncipe Pío, me encontré con un extraño panorama; una familia (los padres y un hijo) acompañados por uno guardias de seguridad y algunos policías.

En ese momento justo introduje el billete para pasar por los tornos. El ambiente me llamó la atención. Sin duda había ocurrido algo, pero no podía encajar las piezas de lo sucedido, así que seguí hasta mi anden sin preocuparme por nada más. Mi sorpresa fue encontrarme a un sujeto inmovilizado en el suelo por otros guardias de seguridad. Estaba gritando y se retorcía inútilmente.

Me dolía la cabeza y estaba algo cansado. Así que me puse los cascos y conecte mi mp3 para escuchar Lamb Of God de Marilyn Manson. Fue increíble, pero en cuestión de unos pocos segundos me evadí totalmente. Ya no escuchaba los gritos del presunto delincuente, tampoco los sollozos de la familia. Ya no escuchaba nada. He de confesar que me sorprendí de mi reacción, de mi total indiferencia ante aquella situación, me parecieron tan lejanos.

Pertenezco a una extraña generación que ve el futuro demasiado oscuro, en donde nuestra visión de divertirse muchas veces consiste en autodestruirnos y alejarnos a través de idílicos alcoholes. No tenemos un ideal político claro, aunque los estúpidos abogan por una izquierda o derecha radicalizada y enmascarada, llena de mentiras, de promesas y de utopías, pero sobre todo llena de marketing e imagen. Somos invisibles para ellos, sólo se acuerdan de nosotros para que le demos nuestro voto. Sí, definitivamente vivimos en una extraña esfera apartada de la vida real. Nuestra sociedad da asco.

Hace unos días un terremoto devastador sacudió Haití. Todos estábamos “consternados”, ¿de verdad?. Ya ha pasado casi dos semanas y no he vuelto a escuchar nada en la televisión, periódicos o radio. Haití ya no está de moda, ya nos han vendido su imagen de pobreza y ha caducado en nuestras retinas, quizás más adelante se haga un pequeño reportaje para recordar lo que fue y así subir un poco la audiencia de alguna cadena de televisión.

¿De verdad este asunto os ha quitado el sueño? Quizás sea así para los más cercanos, pero para el resto solo ha sido “un gran titular” más, una conversación en el trabajo o una charla entre amigos. No seamos hipócritas, al ciudadano de a pie le importa todo esto una mierda, ya tiene suficiente problemas con su vida y él no puede hacer nada desde aquí: Sí, se ha sentido perturbado por la noticia, pero quizás solo un par de minutos mientras nos metían esas imágenes de dolor y apocalipsis por nuestros ojos.

Ya sabéis de lo que estoy hablando, de la indiferencia. De la enfermedad que nos está carcomiendo por dentro, como si fuera un gusano que se ha criado con nosotros desde pequeños. Yo poseo esa enfermedad y soy consciente de ella. Lo único que me importa es mi meta marcada. Expresar todo mi dolor, mi odio y mi miedo a todo el mundo a través de mi arte, hacerles ver que todo lo que soy yo, también lo son ellos.

Hoy en día el arte también está sufriendo esa indiferencia. El público no es capaz de digerir bien a los nuevos artistas, que como yo, quieren dejar su marca en este mundo. Ahora todo es más hermético. Ahora a los artistas los dirigen los grandes galeristas y son ellos los que deciden que arte es “bueno” y cual es “malo”. Ellos hacen de filtro y exponen unas piezas a las que las llaman obra de arte. Son a la vez los guardianes y censores del arte actual. Sin su aprobación eres un artista mediocre y sin sentido. No hay más que ver los requisitos que impone ARCO para formar parte de su grupo elitista, ya no busca artistas, busca a galeristas.

Todo está relacionado, si ahora mismo la gente no le interesa el arte, es porque no lo entiende, y porque el “buen arte” se ha concebido para mentes privilegiadas y se ha creado un pequeño círculo de “culturetas” que saben de arte, consumen arte y coleccionan arte. Lo más triste es que muchas de estas personas que se creen cultas se parecen a los más mediocres consumidores de televisión basura. Consumen, y coleccionan como alguien tan normal y tan respetado que compra DVDs o Cds.

Estamos influenciados por lo visual, no se escapa nadie de este hecho. Y estamos condenados, según nuestro nivel social a seguir con el ritual. Si coleccionas arte, colecciona aquel que te dicen que es bueno, y si eres consumidor de cosmética, confía en los expertos y compra los productos que son buenos.

Siempre, cuando hay algo o alguien nuevo, primero se le critica y después se reflexiona del porque ha llamado tanto la atención.

Algunos de nosotros nos aventuraremos a ver que nos depara lo nuevo, otros se conformaran con lo que conocen. En cierto modo, es una clase miedo, el miedo a lo desconocido, el miedo a que se desmonte tu pequeña visión sobre la cultura que te has realizado a ti mismo, pero miedo al fin y al cabo.