por Diego Vadillo López
El pasado 6 de diciembre tuvo lugar la inauguración de la exposición “Calma y Tempestad a flor de piel”, que reunió un conjunto de obras de las artistas plásticas Laura Herrero Crespo y Eva Sánchez Ramo, ambas licenciadas en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y creadoras de larga trayectoria pese a su juventud.
A lo largo de la velada tuvimos ocasión de emparentar dos discursos “a priori” divergentes, pero que, a la postre, se encuentran en algunos puntos de sus respectivos itinerarios, personalísimos, por otro lado.
A Eva le atribuí el concepto “Calma”, a Laura, el de “Tempestad”, aunque quedó advertido que ambas catalogaciones estaban sujetas a la reversibilidad propia de casi todo, encerrando cierta inquietud la calma de una y cierto anhelo de sosiego los tempestuosos parámetros de Laura Herrero nos habló de su gusto por indagar en la trastienda de los cuentos populares y ofrecer plásticamente su envés. Eva nos contó las claves de un abrigo que ha creado con retazos de láminas contenedoras de dibujos que ofrecen una piel sobre la segunda y empática piel que quiere ser tan deliciosa prenda.
También me conmovieron las xilografías de la propia Eva Sánchez Ramo, que reflejaban a unos seres “encebollados” (con cierta apariencia de cebolla, con sus múltiples capas), porte que les otorgaba una cierta inestabilidad, al sostenerse en una base redondeada que los hacía oscilar en todas las direcciones. Toda una alegoría.
Dado que los proyectos en que las dos artistas han colaborado son varios, cosa que no hace de este evento flor de una casualidad, al ser preguntadas las dos por lo que destacarían de la compañera, a grandes rasgos, comprobamos que una admira de la otra su instinto y capacidad intuitiva; la otra, de la una, sus planteamientos y cauces plásticos para llevarlos a cabo. Yo admiro de la una y de la otra su capacidad y poder de sugestión. La generosidad de ambas para no entregar a la retina del contemplador lo gratuito. Y es que los trabajos de Laura y Eva son muy condensados desde un punto de vista plástico. Diría que hasta el trazo más insignificante ya connota algo. La madeja de sus respectivos universos creativos se alarga de manera inaudita. Impensada.
Ha sido fantástico poder haber llevado a cabo antes de que acabe el dos mil trece esta exposición que llevaba rumiando de un tiempo a esta parte. Había asistido a otra exposición de las dos y fui atrapado por los trazos de sus carboncillos; entonces me decidí a organizar la exposición que, como decimos, quedó inaugurada el pasado día 6 con gran éxito de asistencia pese a tener lugar en día tan señalado.
La trayectoria de las dos artistas continúa y ya se hallan en nuevas series y en múltiples proyectos. Pero en el momento presente recomiendo un paseo por la exposición “Calma y Tempestad a flor de piel”, les aseguro que no les defraudará, pues hay trabajos técnicamente muy competentes acompañados por un densísimo discurso de fondo.