Por Diego Vadillo López
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid en la especialidad de Relaciones Internacionales
Habitualmente se suele producir una confusión entre lo judío, lo hebreo y lo israelí. Se equiparan los tres conceptos y se emplean como sinónimos con suma frecuencia, incurriéndose en errores que, por nimios que puedan parecer, son de bulto.
Se suele producir un fenómeno que podríamos calificar de sinecdóquico en el sentido de emplearse habitualmente la parte por el todo. Por ello, trataremos de arrojar cierta luz al respecto a lo largo de las líneas que siguen a éstas.
Habitada por una pequeña comunidad en la antigua época de las grandes civilizaciones anteriores a nuestra era, Israel ocupaba un papel de mera tierra de paso. En dicho contexto, y de forma más racional que mítica, brotarían las sagas, que parafraseaban a los patriarcas del pasado, las cuales propiciarían la aparición del judaísmo, primera religión monoteísta que tanta vigencia sigue teniendo en nuestros días.