por Fabianni Belemuski
Que el arte contemporáneo recupere la figura del hombre como protagonista de da expresión artística, indiferentemente del medio utilizado por la creación, es siempre una buena noticia. Es signo de vuelta y esta vez se trata de una vuelta al hombre más sosegada, más sincera. El arte actual es, igual que la filosofía, la música y la literatura, consecuencia de un siglo XX espasmódico, sumiso a losmayores cambios en la historia de la humanidad. Durante las últimas décadas Occidente ha pasado por su época más convulsa. Nunca antes se habían sucedido los cambios en su corazón a una velocidad tan desorbitada, ocurriendo metamorfosis, cambios de signo, negaciones, desvelamientos, encubrimientos y descubrimientos de su propia identidad, hoy tan desprovista de sentido y desnuda, pero enteramente por construir.
Los signos de una identidad renaciente son, entre otros, los de la recuperación del protagonismo humano en el arte. Una vuelta al hombre, después de la muerte del hombre. En todo caso, una vuelta más sincera porque, de momento es todo lo que tenemos. El hombre en toda su desnudez teórica, ideológica, vuelve a afirmarse, esta vez como agujero negro que se derrumba sobre sí mismo, que se hunde sobre su propio peso: y el arte lo siente y lo expresa así. La figura humana, desposeída, empobrecida, desfigurada, como un recién salido del hospital, convaleciente.