Pentágono, un libro necesario por Lidia Fernández
May 14, 2010 No CommentsRevista Azay Art
El nuevo libro de Héctor Martínez, Pentágono, es un libro necesario y fundamental. Necesario, porque un país como España, con fuerte presencia de población rumana, no puede pasar por alto la cultura llegada del este.
Fundamental, porque, si bien por separado sí se ha escrito en español sobre cada uno de los autores que surgen en el libro, pocos volúmenes existen que reúnan a los cinco y los liguen bajo un mismo eje intelectual que recorre la historia cultural del s. XX europeo: la reflexión y crítica del lenguaje. Dicho de otro modo, Pentágono se presenta como un símbolo del olvidado europeísmo de Rumanía en cinco figuras internacionales.
Muestra de esta intencionalidad simbólica es la dedicatoria misma que escribe Héctor Martínez al comienzo del libro: “Rumanía equinoccial: el sol sale por el este”, como una salida de la noche por una mayor presencia del sol, de la iluminación, vieja metáfora filosófica del saber y del conocimiento. Pentágono es un homenaje a un nuevo amanecer de Rumanía. A ello hay que añadir otro logro en Pentágono, como es hermanar culturalmente España y Rumanía, ya mediante comparaciones entre Brancusi y Picasso, ya en el capítulo dedicado a Cioran, ferviente amante de lo español, ya el teatro de Ionesco visto desde el pensamiento de Ortega y Gasset, por citar algunos ejemplos.
Pentágono se configura como ensayo de ensayos, es decir, como un único y gran ensayo en el que se anudan los cinco ensayos que lo componen, siguiendo una curiosa y, dice el autor, casual estructura circular. Los textos no se aíslan entre sí, sino que se llaman y dialogan unos con otros hasta concluir con un apéndice sobre Eliade que nos devuelve al primer apartado del libro dedicado a Brancusi.
Éste es otro de los múltiples rasgos inusuales, renovadores, que presenta dentro del género, frente a la habitual linealidad de contenidos, junto con el aspecto biográfico, vivo, conversacional, que cobra cada una de las partes al estar su origen principal en charlas y tertulias. Así, la oralidad y la escritura van de la mano a lo largo de todo el libro. Al respecto, no olvida Héctor Martínez mencionar con quiénes dialoga, dónde, en qué día, lo cual arropa a Pentágono con la sábana de lo auténtico y el matiz que sumerge al lector y le hace participe de las reuniones y eventos de los que toma el libro su origen.
De ahí el tono cercano con que, más que escribir, Héctor Martínez nos habla, en muchas ocasiones en primera persona y de forma pedagógica. Ya nos indica en su introducción: “Así es como me gano la vida, enseñando y explicando lo que yo he ido y voy aprendiendo, día a día. Día a día explicando, día a día enseñando y día a día aprendiendo”.
Efectivamente, más que como filósofo, como escritor o como poeta, Héctor Martínez se presenta modestamente como profesor que aprende y enseña. Aunque, bien es verdad que el autor no reprime el verso y nos sorprende, al término del primer texto, con los peculiares alejandrinos arromanzados titulados “Piedras” en homenaje a Constantin Brancusi.
Literatura, filosofía y arte, las tres grandes áreas de lo humanístico, se dan cita ante nosotros sin academicismo. Eugene Ionesco y Tristan Tzara, Emile M. Cioran y Mircea Eliade o Constantin Brancusi, respectivamente, se ceden el turno y la palabra, pues, en último lugar, cabe señalar que Pentágono representa, más que un ejercicio expositivo, una continua lectura y contemplación de la obras de cada autor.
En todo momento se recurre a la fuente de la obra o a las intervenciones de estos con el fin de que el lector pueda escucharlos y leerlos, o con la intención de que ellos mismos y su palabra sean los protagonistas del libro. No es un monólogo intelectual, sino una apertura cultural que invita a los lectores a tomar en sus manos, o poner ante su vista, las esculturas y las obras, a ahondar en ellas y recuperar un patrimonio que siempre estuvo ahí para nosotros.
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